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 Salír

El poeta combatiente

                            Para Esther con amor

¿Que son tristes mis relatos?.

El destino no puedo escribirlo.

Recuerdo la música de tu mirada, tus ojos color cielo, ora mas oscuros, ora verdes, ojos verdes por la noche y entre azul cielo, azul acero en las mañanas luminosas de aquel verano lejano.

Aquella Luna gigante que nos inspiraba estados de goce y asombro, aquellas estrellas entonces tan cercanas, aquella belleza dibujada en la noche, buscando nuevas configuraciones de luz, de promesas de felicidad, que se quebraron en mil pedazos luminosos y se esparcieron por el suelo.

La noche parece haber cambiado, alejando las estrellas cada día mas. El recuerdo de tu mirada aun perdura tan diáfano en mi mente, como un diamante anclado en el carbón mas compactado.

En lo mas profundo de mi espíritu vives todavía, y asoma el recuerdo cuando la melancolía se acerca a visitarme, dejándome su tarjeta de visita si no me encuentra, para asegurarse que sepa que esta ahí, que ha venido y no pudo verme porque una melodía se lo impidió, pero que regresara.

Pero ahora no puede

Como cuando me sumergía en tus ojos y el mundo era tan bello como tu, tan cercano y cálido como

una madre.

Pero las estrellas también te amaban, y una noche fueron a buscarte para llevarte con ellas.

La Iglesia; el camino de vuelta a la tierra de una ilusión demasiado joven.

19 años es tan poca vida, ahora bien lo sé. Y también lo mucho que te ame.

Quiero darte las gracias por esos recuerdos tan lejanos como profundos, por que la vida es tan extraña, me parece injusto que no puedas reír, correr y saltar, y bailar...

 

Para Esther con amor.

 

   Angel navarro batista

         13-12-2014

 

 

 

 

 

 

 

 

 

                     Realidades sin identidad

                                      El Hilo Rojo

Realidades sin identidad

El sol lentamente inicia su paso por otro hemisferio mientras

los últimos restos de luz aún se reflejan en la nieve; se reflejan también en el espejo de la joven que se peina con lentos y suaves movimientos; en la habitación donde una toalla descansa como una alfombra, cada día parecen resistirse mas a entablar contacto con las sombras que desean tomar la habitación como su reino.

Sin embargo las sombras se estremecen un poco al abrirse la puerta, ha entrado con su compañera la soledad, tras un paseo entre la luz y la penumbra, a un paso de la melancolía dulce, el sonido del mar todavía ocupa su atención desviada y errática.

La soledad desplaza al desamor de la toalla por alfombra, este pugna con las sombras su lugar, y las sombras se repliegan sobre si mismas convirtiéndose en frio.

Un minúsculo atisbo de claridad estalla en la habitación cuando abre la ventana que mira unas veces al cielo, otras al patio exterior donde los gatos se aman.

Una tenue luz sin calor empuja todos los sentimientos oscuros, arrinconando las sombras que se han vuelto frio, expulsando al desamor hiriente; exaltando sus pupilas haciéndolas brillar se acerca a su soledad, la atrae hacia si y se toman de la mano mientras su mirada se encuentra con los ojos de la Luna.

El hilo rojo esta en la habitación, se extiende y teje de tonos de esperanza las paredes, esta depositando la carta que un día escribió un niño triste, la carta que nunca depositó en el buzón de los sueños, de las esperanzas y del amor.

La cálida melancolía dulce recoge la carta leyéndola a la soledad y haciéndola llorar, la emoción corre por sus mejillas junto con alguna lagrima, siente de nuevo el mar en la boca y se aprieta contra su soledad, ahora la carta se encuentra en sus sueños.

 

  Angel 13-12-2014


 


 


 

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